Dicho esto, también está claro que la fabricación ciertos elementos pueden acarrear ciertos contratiempos hablando siempre en cuanto al respeto del medioambiente se refiere, incluso aunque a largo plazo puedan ser más ventajosos, por ese mismo motivo hay que ver siempre hacia que lugar se declina la balanza. No obstante, nosotros desde que las marcas automovilísticas empezaron a presentar hace unos años sus modelos eléctricos en los respectivos salones del automóvil con sus respectivas baterías, teníamos muy claro desde el principio que esto tendría sus efectos secundarios.
De hecho, sin ir más lejos hemos podido ver un estudio realizado por la Universidad noruega de Ciencia y Tecnología, en la que se asegura que los coches eléctricos pueden incluso duplicar el calentamiento global que actualmente están generando los de combustión. Sin ir más lejos y según indica es prestigiosa Universidad, se hace una comparación de los ciclos de vida de los coches eléctricos y de los coches convencionales, y se deduce que la mayor contaminación que producen los eléctricos es la que se produce durante el proceso de fabricación de sus baterías y también de los motores.
Según nos han asegurado, durante este proceso se utilizan muchos materiales tóxicos como el niquel o el cobre por ejemplo, los cuales como todo el mundo sabe favorecen a que pueda aparecer la lluvia conocida como ácida, y al mismo tiempo se requiere una gran cantidad de combustible sin olvidarnos que se vierten más resíduos a los ecosistemas.
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