Para empezar, nosotros en este sentido tenemos muy claro que antes de que el transporte individual sea propulsado exclusivamente por motores eléctricos, la tecnología de momento no ha encontrado otro paso intermedio que la hibridación, en la que siempre resalta la propulsión térmica.
Si profundizamos en el tema, podemos ver que mientras las compañías petrolíferas no paran de encontrar nuevos yacimientos del famoso petróleo, la simple idea de que sus días como motor enérgico del mundo están contados continúa siendo la presión mediática imprescindible sobre los consumidores para poder elevar unos precios de forma artificial, generando desproporcionados beneficios para multinacionales, distribuidoras, gobiernos y un extenso largo etcétera.
Y mientras ocurre todo esto, el consumidor que siempre resulta el pagano de turno ante esta estrategia, aún se siente feliz y contento porque todavía puede desplazarse sin tener que recurrir obligatoriamente al transporte público aunque sea a costa de un buen pellizco a su bolsillo. Y para colmos de los colmos, la multinacionales se adentran en una clara estrategia de reducir de forma voluntaria la producción con la finalidad de tener un mercado cautivo y de altos precios controlados, enmarcándose la reacción de los paises consumidores para encontrar una forma de seguir en punta tecnológica, y además encontrar una manera de trasvasar los ingresos monetarios extraídos de los productos petrolíferos transformados hacia otras fuentes como la eléctrica, y especialmente que estas fuentes se encuentren en manos amigas.
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