lunes, 21 de marzo de 2016

Algunas manías al volante que pueden terminar en averías. Consejos para evitarlo

Cumples 18 años y lo primero que haces es entrar en una autoescuela para sacarte el carnet de conducir, lo consigues y empiezas tu aventura de la conducción; a los 20 empiezas a tener algunas manías al volante, pero todavía te acuerdas de las buenas costumbres y las aplicas; a los 30 aplicas por igual lo que te enseñaron y tus manías, pero cuando pasas la ralla de los 40 tu conducción está llena de pequeñas manías al volante que pueden representarte un problema para el mantenimiento de tu coche.



A continuación te hablamos de 5 de los vicios o manías más comunes que debes evitar o corregir inmediatamente para evitar averías en tu coche.

1. Palanca de cambios: ¡manos fuera!

Aunque parezca mentira, muchos de los conductores de un vehículo con transmisión manual tiene la costumbre de conducir con la mano puesta en la palanca de cambios y esto ejerce una presión sobre los mecanismos internos de la caja de cambios degastándolos más rápido y provocando holguras en los rodamientos o los sincronizadores. Esta es una avería a largo plazo, es decir, no estropearemos el coche inmediatamente, pero este mal hábito se traduce en vibraciones y contribuye a que las relaciones de cambio acaben teniendo un engranaje más impreciso, provocando incluso que algunas marchas no entren de manera correcta o se salgan de su posición.

Lo mejor es habituarse a conducir con las dos manos sobre el volante (tal y como recomienda la Dirección General de Tráfico) y sólo colocar la mano en la palanca cuando debamos cambiar la marcha.

2. Los semáforos, en punto muerto

El embrague es una de las piezas más sensibles de nuestro coche, y aún así, otro de los vicios más arraigados en nuestra sociedad consiste en dejar el pedal del embrague pisado, por ejemplo, en los semáforos. El principal motivo por el cual debes desprenderte de esta manía lo antes posible es nuevamente la fuerza que ejerces sobre el sistema. Aunque no estés pisando el pedal a fondo, se producen fricciones y rozamientos internos que afectan notablemente al mecanismo del sistema, concretamente al disco y a todas las piezas que actúan sobre él.

Esto se traduce directamente en un mayor desgaste de los componentes, haciendo necesaria su sustitución antes de lo que realmente debería hacerse.
Lo mejor que puedes hacer es acostumbrarte a dejar el coche en punto muerto y evitar pisar el embrague en esas circunstancias.


3. Al arrancar en pendiente, prescinde del embrague

El embrague es un disco de fricción que actúa como intermediario mecánico entre el motor y la caja de cambios. El motivo por el cual pisamos el pedal del embrague es para no dañar la caja de cambios al cambiar, pues al hacerlo el volante de inercia se separa del motor y se interrumpe la conexión que hay entre el motor y las ruedas. Al levantar el pie y subir el pedal, motor y ruedas se conectan nuevamente.

En este proceso hay un momento en el que ambas partes empiezan a rozarse entre sí, situación más conocida como "medio embrague" o "punto de fricción". Es precisamente esta situación la que debemos evitar en la medida de lo posible, ya que al pisar el embrague a la mitad, las piezas sufren mayor rozamiento y, con ello, un mayor desgaste porque su movimiento no es solidario al del motor. En estos casos, si nuestro coche carece de asistente en pendiente, lo mejor que podemos hacer es o bien cambiar rápidamente entre el pedal del freno y el del acelerador, o bien apoyarnos en el freno de mano para salir de la pendiente, no abusar del medio embrague.

4. Nos gusta ahorrar combustible, pero circularemos a la marcha más larga posible

Si para mantener la velocidad hace falta pisar el acelerador más de las 2/3 partes de su recorrido, no seas vago, baja de marcha. Es preciso recordar que tampoco hay que ser exagerado, nunca debemos reducir marchas hasta el punto en que la aguja se sitúa en la zona roja del cuentarrevoluciones.

Subir un repecho pronunciado en una autopista en quinta marcha con el acelerador pisado a fondo no es bueno ni para el consumo ni para el coche y puede traer consigo graves fallos mecánicos en tres componentes esenciales de nuestro vehículo:

- La junta de culata: Cuando circulamos con el gas a fondo, la temperatura en la cámara de combustión sube a pasos agigantados, y en los vehículos que no cuentan con termómetro de refrigerante el conductor puede no darse siquiera cuenta del error que está cometiendo. Mientras tanto los grados del motor continúan aumentando y la culata de aluminio puede llegar a deformarse, siendo necesaria su sustitución por una nueva.

- Los casquillos de bancada y el pie de biela: Si damos gas a fondo a bajas revoluciones, nuestro motor trabajará en lo que se conoce como el "límite de picado", un fenómeno que provoca que el combustible se inflame antes de que el pistón llegue al punto muerto superior, obligándolo a bajar antes de llegar al final de su recorrido. Esto deteriora de forma notable los cojinetes de la biela y del cigüeñal, así como la cabeza del pistón (que en los diésel puede incluso perforarse con las altas presiones de inyección) a causa del estrés mecánico a los que se les somete, pudiendo incluso llegar a partir la biela y destrozar el motor por completo.

- Desgastes prematuros en el cilindro: A bajas revoluciones y con el pedal del acelerador a fondo, el pistón tiende a "campanear" en lugar de subir y bajar recto y paralelo a las paredes del cilindro. Con ello aumenta la fricción y, por consiguiente, el desgaste y la temperatura; mientras que la bomba de aceite y la bomba de agua mueven menos caudal, agravando aún más el problema.

5. ¡Quita el pie de ese embrague!

Bastante más conductores de los que debería haber, circulan por carretera con el pie izquierdo sobre el embrague, al igual que cuando dejamos metida primera en los semáforos, aunque la presión ejercida sobre el pedal sea mínima, siempre se produce un pequeño desacople entre el disco del embrague y el motor, lo que provoca un desgaste inusual y acelerado que puede causar averías.

Sólo debemos usar el pedal de embrague para cambiar de marcha, pisando siempre este hasta el fondo para luego soltarlo de forma progresiva. Si somos capaces de sentir el punto en el que los discos de embrague hacen contacto, conseguiremos cambiar de forma más suave y el mecanismo del embrague sufrirá lo menos posible.

Ahora que sabes lo que no debes hacer, es el momento de ponerlo en práctica para que tu coche disfrute de una vida más larga y feliz sin tener que ir a visitar al mecánico.

Via - cochesdemarca.com

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