Para empezar debeis saber que para detener el vehículo hay que emplear el freno y no la caja de cambios, al fin y al cabo el freno se a hecho para eso. No obstante debemos de acostumbrarnos a reducir, en todo caso en forma de ayuda a una frenada, pero no debeis dejar nunca toda la tarea de la reducción a la caja de cambios. Es más aconsejable realizar las reducciones por ejemplo antes de entrar en una curva, pero no para decelerar el coche, sino para salir de la misma con la relación de cambio adecuada.
El motivo principal y fundamental es que los frenos aparte de la misión que tienen de detener el vehículo, son mucho más potentes que la transmisión a la hora de retener. De hecho, hoy día la seguridad que nos aporta el sistema de frenos con el ABS es totalmente incomparable a la caja de cambios, que en alguna ocasión podría llegar a bloquear alguna rueda en situaciones de baja adherencia si la reducción es bastante brusca, lo que se convertiría en bastante peligroso en un modelo de propulsión trasera sin ESP.
Suele pasar en muy pocas ocasiones, pero hay que reconocer que cuando reducimos se puede correr el riesgo de equivocarnos de marcha, con lo que dependiendo de equivocación podemos incluso subir el motor de vueltas por encima del límite llegando incluso a romperlo. Como sabeis, en los motores modernos no podemos pasarlos nunca de vueltas ya que gracias al corte de la inyección se evita este problema, pero si reducimos, si puede llegar a ser posible.
Por último, los cambios secuenciales con levas en el volante permiten combinar a la perfección el uso de los frenos para disminuir la velocidad del coche y poder insertar siempre la relación de cambio adecuada.
No obstante, la última palabra en este sentido siempre la tiene el propio conductor, sobre gustos y formas de conducir no hay nada escrito, pero nosotros seguiremos utilizando en la gran mayoría de las ocasiones el freno sin dejar en el olvido la caja de cambios.
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